domingo, 9 de marzo de 2008

Encuentro ocasional

Ahí me encontraba, sentado en mi habitación leyendo un libro cuyo contenido me tenía atrapado desde hacía unas horas; sumiendo mis pensamientos y toda mi atención en sus páginas. A lo lejos llegué a escuchar la voz de mi madre llamándome a comer, advirtiendo que si no acudía tendría que servirme yo mismo, pues ella ya no quería seguir en la cocina. Haciendo caso omiso continué con mi lectura que no podía soltar, quería terminar a como diera lugar, además en ese momento no tenía hambre, comería más tarde.

La tarde empezó a caer, y como era verano, la luz natural bastaba, no tenía necesidad de moverme de donde estaba. Al descuido de los minutos, la casa quedó completamente en silencio, mi padre y hermana habían salido a cubrir el resto de su horario vespertino, mientras que mi madre se había encerrado en su cuarto junto con la perrita a dormir una profunda siesta. Al confort de tal quietud, la motivación de terminar el libro me hizo seguir y seguir.

La tarde continuaba dando paso al crepúsculo, que a través del domo de mi habitación hacía cada vez más evidente la falta de luz y aunque mis ojos hacían el esfuerzo de seguir leyendo, era evidente que tendría que pararme a encender el foco. En medio del tono azul de la alcoba con poca iluminación me levanté de la silla de mala gana y me dirigí al interruptor. – Fue entonces que lo ví “¡Dios mío!” era un fantasma; justo antes de que mi dedo alcanzara el botón se me ocurrió mirar hacia el rincón a un costado y ahí estaba, parado frente a mi. No era tan horrible como me hubiera imaginado, y sin embargo su presencia traslúcida me dejó absolutamente petrificado incapacitándome a emitir cualquier sonido o poner alguna resistencia. En su cara se esbozaba una especie de sonrisa, no sabía si sentir miedo o curiosidad, pero justo cuando intentó avanzar y saludar, mi mano congelada pudo moverse y tocar el interruptor para encender la luz. Al tiempo que el cuarto se iluminó, el fantasma había desaparecido, miré a mi alrededor y todo estaba en lugar que debería, el libro que leía reposaba en la silla y de pronto perdí el interés en él, así que coloqué la cintilla en la página en que me había quedado y me dirigí a la cocina a comer algo.

Así fue como en espacio de unos tres segundos ocurrió mi encuentro ocasional con un fantasma y desde entonces, aunque me gustaría, nunca lo he vuelto a ver.

2 comentarios:

Karla dijo...

wow... yo nunca he tenido ningún encuentro de este tipo. pero la verdad no estoy tan interesada, que susto.

avy dijo...

verdad o ficción? imaginación o realidad?.... con algo algunas cosas que he leido y que tu has escrito, a veces termino preguntandome eso, como ejemplo ahora solo recuerdo algo del otro blog que hablabas creo que de un reloj.... de cualquier forma y pensando en realidades paralelas e imaginando que aunque no pase en este plano, de todas formas existe (o existio) esa visión tu cabeza, yo creo que lo describes muy bien, y me quedo con la duda del libro que estarías leyendo... y pienso que si hay algo peor que encontrarse un fantasma... es encontrarse un fantasma sonriendo.... por que sonrie?, hizo algo? hice algo?... pero de cualquier forma hubiera podido ser peor...
Igual y no era un fantasma sino un angel, el angel de la comida... =)