domingo, 30 de marzo de 2008

Imágenes del viaje Guadalajara-Manzanillo-Melaque-Barra de Navidad

Los días Santos que este año marcaron el inicio del equinoccio de Primavera tuve la oportunidad de viajar a la playa en compañía de amigos. Un itinerario que incluyó la visita de cuatro destinos en cuatro días prometiendo diversión, relajación y un cambio ocasional en la rutina de la vida laboral. Estas son algunas de las imágenes más representativas de ese viaje.








domingo, 23 de marzo de 2008

¿Zapatero a tus zapatos?

El pasado 2 de marzo de 2008, Björk se ganó la antipatía de las autoridades chinas, luego de corear “Tibet, Tibet” durante la canción “Declare Independence” en su actuación en Shangai. La letra de dicha canción contiene frases como “Protege tu lenguaje” “Iza tu bandera, alto, más alto” y al usarse para referirse al severo gobierno que el país con mayor población de todo el mundo tiene sobre la región de los Himalayas, fue considerada como una violación a la ley de China y una ofensa a los sentimientos de tal país asiático. En consecuencia, las autoridades de la Nación China han decidido que limitarán las presentaciones de artistas extranjeros; lo que es una verdadera pena, pues recién se había aperturado a este tipo de eventos. Como antecedente histórico, la ocupación militar china del Tibet se dio poco después de la Segunda Guerra Mundial y están por cumplirse 58 años desde entonces y se ha ganado la crítica de gobiernos extranjeros y activistas, mientras que los tibetanos consideran al exiliado Dalai Lama su legítimo gobernante.

Björk emitió un comunicado en el que expresó que ella no es una mujer de política y que encima de todo es un músico tratando de expresar la gama completa de emociones humanas; argumentando que la canción fue escrita a base de su pensamiento personal, pero que ha adquirido un sentido más amplio, refiriéndose a la lucha de una nación oprimida.

En relación a esto, las opiniones se dividen hacia los dos bandos; por un lado se aplaude el valor de tomar tal postura ante un gobierno que no permite la libertad de expresión como en otros países y usar la voz a favor de una región oprimida oficialmente desde 1950, pero por otro, no considero que tales declaraciones hechas por la cantante sean apropiadas. Es un hecho comprobado que la política y la música “comercial” no se llevan bien. Los chinos que acudieron al concierto en la Arena Shangai pagaron su entrada para disfrutar un espectáculo de música y color, no para conocer la opinión política de un extranjero, zapatero a tus zapatos. En ese sentido, el hecho se podría considerar como una falta de profesionalismo cuyas consecuencias se reflejarán en las limitaciones que dicho gobierno impondrá a los artistas para presentarse ahí. Hasta hace poco tiempo China empezó a abrirse al resto del mundo y teniendo las nociones de su conservadurismo, lo más prudente para cualquier forastero es abstenerse de declaraciones así. Además hay que tener en cuenta que el Tibet ha estado bajo la influencia de la administración china desde hace cientos de años formando parte incluso de los mapas. Obviamente una situación muy delicada.
Sin duda este incidente lo olvidará el mundo entero en unos días, pero sin vacilación los chinos quedarán resentidos. Es parte natural del ser humano, molestarse al escuchar cosas que no le parecen sobre todo cuando se anteponen a la autoridad estricta; pero también hemos adquirido gracias a los nuevos tiempos cierto liberalismo que nos permite expresar nuestra opinión en contra de lo que consideramos “estar mal”. Desde esa perspectiva los chinos deberían aplicar uno de los principios del budismo que tanto practican, que dice que el mal no existe y todo depende del punto de vista; en este aspecto yo no podría estar más de acuerdo.

El coro de Björk en su concierto no hará que los chinos se retiren del Tibet, y no creo que mueva a su pueblo a levantarse en contra de ello; por lo tanto, lo considero un incidente sin importancia y no merece la relevancia que se le da. La semana pasada, varios activistas franceses convocaron a todos los deportistas de la Unión Europea a no participar en las próximas olimpiadas a realizarse en China, en protesta por la opresión al Tibet, mientras que el comité olímpico comunicó que la antorcha pasaría por el Tibet; vaya controversia... Esperemos a ver si los franceses no participan en los juegos próximos a realizarse...

Lo que me parece interesante estudiar respecto a esto, son las diferentes reacciones que un hecho ocurrido como éste provocan en las personas. Relacionando esto un poco con la entrada anterior sobre el ataque a la tribu emo en la ciudad de Querétaro, en un conflicto siempre habrá personas que den su apoyo y otras no, eso ya depende de nuestros valores y creencias. Por ejemplo, la semana pasada cuando salí a la defensa de los derechos humanos de los emo condenando la violencia del ataque hacia ellos, hubo personas que apoyaron mi postura, mientras que otros a base de groserías trataron de ponerme como “chancla meada”. Pero al final de cuentas, todo queda ahí, en una opinión. Me parece tonto tomar represalias contra las personas, cuando todos somos libres de pensar como queramos y eso es algo importantísimo, lo que nos diferencia de cualquier otra especie en este planeta. En el caso de las declaraciones pro Tibet de Björk es lo mismo. Yo tampoco estoy de acuerdo en la opresión china sobre el Tibet, pero también considero inapropiado el hecho de que la cantante usara una plataforma así en un concierto, como lo dije antes, la política y el espectáculo no se mezclan.
Para concluir, creo que es muy importante siempre pensar en las consecuencias de nuestros actos antes de hacerlos (el famoso efecto mariposa), pero también hay que respetar las opiniones de quienes difieren con nosotros. La convivencia entre seres humanos no es para nada sencilla y no tiene lógica, como la misma Björk lo expresa en su canción “Human Behaviour”, por eso para evitar problemas hay que ser diplomáticos. Agradezco tu visita y lectura a mi blog; nos vemos la próxima semana con alguna otra ocurrencia…

domingo, 16 de marzo de 2008

Derivado del ataque a la tribu emo

El pasado viernes 7 de marzo de 2008, una muchedumbre de más de mil jóvenes convocados vía Internet o por volantes en escuelas principalmente particulares se dieron cita en el Centro Histórico de Santiago de Querétaro, capital del Estado para manifestarse violentamente en contra del grupo denominado “Emo” y evitar por medio de la fuerza, que dicho movimiento siguiera creciendo.

Alrededor de ocho la noche ya se había iniciado un zafarrancho, en el cual intervinieron elementos de la Guardia Municipal y la Policía Estatal cerca de las nueve. Decenas de jóvenes miembros de distintas tribus sociales como punketos, metaleros, etc., se amontonaban para golpear y patear a cuanta persona coincidiera con las características emo, demostrando un total fascismo e intolerancia, como hacía mucho tiempo no se veía en una ciudad regida mayoritariamente por el catolicismo y sus dogmas de comportamiento.

La “contracultura” denominada emo, tiene su origen como todas las modas en el extranjero y se caracteriza por una apariencia delgada, decrépita, pálida (aunque la gran mayoría de los queretanos sean morenos) y con una estética gótico-punk en sus peinados y maquillaje, donde el negro predomina contrastando con un color claro como el rosa, blanco o azul pastel; mientras que su conducta supuestamente es dirigida por la emocionalidad que generan desde su perspectiva, misma que de acuerdo a su ubicación en un mundo triste y enfermo se siente deprimida y melancólica. Desde hace aproximadamente dos años, el emo en Querétaro empezó a dejar de ser una simple moda y se convirtió en el modums-vivendum de una pequeña minoría de adolescentes que encontraron en un grupo así identificación y aceptación.

La noticia inmediatamente provocó reacciones: al día siguiente cientos de blogs expresaban su rechazo y total desaprobación al ataque, mientras unos pocos manifestaban estúpidamente estar de acuerdo con el fascismo e intolerancia. Afortunadamente somos muchísimos más los que estamos en contra, que los que están a favor de la violencia. El saldo que se maneja en los medios es totalmente blanco, según solamente cuatro heridos, información que pienso está totalmente manipulada, pues considerando la magnitud del evento es imposible que hubiera tan pocos lesionados; una nota en el Diario de Querétaro dice que alrededor de veinte personas se encontraban pateando a un emo cuando la policía los sorprendió. Espero, aunque dudo, que las autoridades tomen cartas en el asunto y se aplique todo el peso de la ley en aquellos que resulten culpables. Por desgracia hay muy pocas posibilidades de que eso ocurra, pues el propio presidente municipal declaró que el móvil de la ofensiva no fue el odio, sino un pleito callejero común y corriente, ¿será? Posiblemente sí, ojalá. Por fortuna, al día siguiente la ciudad amaneció con su paz acostumbrada.

A grandes rasgos, pienso que el odio generalizado hacia los emo fue infundido en la gran mayoría de la turba que se aglomeró en el ataque. Estoy seguro que un 80% de los que acudieron ni siquiera tendrán argumentos para fundamentar su odio hacia esa tribu urbana. Unos acudieron porque les llegó un mensaje a su correo electrónico y les gusta el desmadre y otros simplemente por aplicar la ley del más fuerte motivados por el poder de la chusma, claro, el comportamiento individual es totalmente distinto al comportamiento dentro de una masa. Porque seamos honestos, no creo que un grupo de niñitos de escuelas particulares se reúnan para ir a golpear a los cholos o a los darketos; los emo eran los más indefensos y los más vulnerables a cualquier agresión. Es un rechazo tonto hacia ellos, pues sólo odian la apariencia física, la moda, el tipo de música que los emo escuchan e inclusive su sexualidad. El ataque se basó en imponer a la fuerza lo que un líder considera convencional, en la forma de vestir y en la música que se debe escuchar; porque seamos honestos, la adolescencia es una etapa de cambios, se deja la niñez y se tiene que empezar a enfrentar a un mundo que nunca tendrá la sensibilidad y delicadeza de tratarnos a todos por igual; en ese contexto, es fácil para un muchacho de 15 o 16 años con una autoestima baja y una orientación sexual distinta a la del resto de sus compañeros sentirse deprimido y si a eso sumamos la precaria situación económica de la mayor parte de la población, junto con los problemas familiares derivados de la falta de amor y comunicación, entonces encontramos que el único refugio a todo esto es en la agrupación, en el sentido de pertenencia, ese mismo que no deja exento a ningún ser humano. Recapitulando, ¿Quién no se sintió deprimido en alguna etapa de su adolescencia y trató de buscar cómo canalizar esa emoción? Si alguien dice que no, que se vaya al carajo y se largue a vivir al mundo del que proviene, porque entonces no puede llamarse a sí mismo ser humano; la depresión es inherente al hombre, punto final. Por ende, el movimiento emo es producto de la propia sociedad que tanto los condena.

La enseñanza más importante que nos debe dejar este acontecimiento, es que el odio generalizado es un veneno muy poderoso, se confiere y domina cualquier acción de un individuo llevándolo a cometer barbaridades. Ese odio es el mismo que en otra escala llevó a los nazis a querer erradicar de su territorio a los judíos, o a los chinos desear imponerse a los tibetanos, o a los blancos atacar a los negros y viceversa; en fin, ejemplos van a sobrar. En resumen, todo ser humano merece respeto y ojalá que no volvamos a tener un incidente así en mucho tiempo y si es nunca, mejor…

Para concluir, desde mi punto de vista, la contracultura emo no es para nada sana pues combina muchos elementos que conllevan a la degradación humana; es natural sentirse triste, pero ese mismo sentimiento debe guiarnos hacia la superación y a la búsqueda de felicidad, no quedarse sentado mirando la vida con melancolía; eso es muy irresponsable. Pero en contraste con lo anterior, toda persona merece respeto y por más extraño, lúgubre y con la ideología que tenga, un chavo emo no merece ser agarrado a patadas por una turba iracunda; todos formamos parte de la misma sociedad y debemos entender que cada cabeza es un mundo y no atentar contra los derechos humanos por la pertenencia a un grupo con el que no nos identificamos.

Mi amiga Melissa escribió un artículo bastante bueno sobre el rechazo e intolerancia vinculado a los recientes ataques. Para leerlo hay que firmarse en el MSN y visitar su espacio: http://dibujandoletras.spaces.live.com/blog/cns!5999102A25A4DED7!4556.entry

Para leer la nota en el Diario de Querétaro, visiten este link:
http://www.oem.com.mx/diariodequeretaro/notas/n621141.htm

Para leer el artículo en La Jornada vayan a:
http://www.jornada.unam.mx/2008/03/09/index.php?section=estados&article=031n1est

domingo, 9 de marzo de 2008

Encuentro ocasional

Ahí me encontraba, sentado en mi habitación leyendo un libro cuyo contenido me tenía atrapado desde hacía unas horas; sumiendo mis pensamientos y toda mi atención en sus páginas. A lo lejos llegué a escuchar la voz de mi madre llamándome a comer, advirtiendo que si no acudía tendría que servirme yo mismo, pues ella ya no quería seguir en la cocina. Haciendo caso omiso continué con mi lectura que no podía soltar, quería terminar a como diera lugar, además en ese momento no tenía hambre, comería más tarde.

La tarde empezó a caer, y como era verano, la luz natural bastaba, no tenía necesidad de moverme de donde estaba. Al descuido de los minutos, la casa quedó completamente en silencio, mi padre y hermana habían salido a cubrir el resto de su horario vespertino, mientras que mi madre se había encerrado en su cuarto junto con la perrita a dormir una profunda siesta. Al confort de tal quietud, la motivación de terminar el libro me hizo seguir y seguir.

La tarde continuaba dando paso al crepúsculo, que a través del domo de mi habitación hacía cada vez más evidente la falta de luz y aunque mis ojos hacían el esfuerzo de seguir leyendo, era evidente que tendría que pararme a encender el foco. En medio del tono azul de la alcoba con poca iluminación me levanté de la silla de mala gana y me dirigí al interruptor. – Fue entonces que lo ví “¡Dios mío!” era un fantasma; justo antes de que mi dedo alcanzara el botón se me ocurrió mirar hacia el rincón a un costado y ahí estaba, parado frente a mi. No era tan horrible como me hubiera imaginado, y sin embargo su presencia traslúcida me dejó absolutamente petrificado incapacitándome a emitir cualquier sonido o poner alguna resistencia. En su cara se esbozaba una especie de sonrisa, no sabía si sentir miedo o curiosidad, pero justo cuando intentó avanzar y saludar, mi mano congelada pudo moverse y tocar el interruptor para encender la luz. Al tiempo que el cuarto se iluminó, el fantasma había desaparecido, miré a mi alrededor y todo estaba en lugar que debería, el libro que leía reposaba en la silla y de pronto perdí el interés en él, así que coloqué la cintilla en la página en que me había quedado y me dirigí a la cocina a comer algo.

Así fue como en espacio de unos tres segundos ocurrió mi encuentro ocasional con un fantasma y desde entonces, aunque me gustaría, nunca lo he vuelto a ver.

domingo, 2 de marzo de 2008

Sobre advertencia

Demasiada era la quietud del Rosario, pueblo natal de Manolete ubicado en el noreste del Majestuoso México. Un poblado con un 75% de gente adulta y cuya actividad económica principal era la explotación de una mina de oro. Terroso y caluroso, así es como se describiría el Rosario; un lugar demasiado tranquilo habitado mayoritariamente por ancianos, de esos viejitos conservadores que habían pasado toda su vida ahí sin conocer nada del mundo, acostumbrados a las viejas tradiciones y al trabajo. Tres misceláneas, una cantina que cerraba a las diez de la noche, dos boticas, una tienda de ropa, una papelería, una paletería en la plaza y el palacio municipal, era todo lo que había en el aburrido pueblecillo.

Mala suerte la del Manolete haber nacido en el Rosario de principios de los años 30’s, que en el tiempo que se ubica esta anécdota tendría por ahí de unos once o doce años de edad y su mente imaginativa y perspicaz le hacía soñar con grandes aventuras, que desahogaba jugando todo el día y molestando y haciendo rabiar a sus hermanas mayores que él. ¡¿Cuándo irá a madurar?! – Pensaba a menudo su madre, y vaya que el chiquillo la había hecho ver su suerte, pues con frecuencia recibía reclamo de la vecina por haberle roto las macetas de su terraza; o de su abuela que tenía una miscelánea y le robaba dulces y pastelillos. No era un mal niño, solo que era demasiado inquieto, inquietud que lo llevaba a cometer travesuras que tanto molestaban a la gente mayor del pueblillo.

Un buen día al Rosario llegó una caravana (como en aquél tiempo le decían); un circo, no tan grande y luminoso como los que conocemos hoy en día, pero considerando que en el poblado jamás pasaba nada, pues aquello fue la sensación. Instalándose cerca de la plaza municipal, el circo prometía un espectáculo como casi nunca se había visto por esos terrenos, con un león, payasos, trapecistas y un show de changos amaestrados que hacían malabares y deleitaban con una ligera comedia. Durante el medio día el administrador del circo se paraba en el kiosco anunciando, publicitando y vendiendo boletos para las funciones que se darían.

Al oír esto, rápidamente Manolete pidió a sus padres que lo llevaran. ¡No me interesa eso! – Fue la respuesta de su abuelo y su padre; pero ante la insistencia del niño, su madre acabó convencida y compró dos entradas, una para ella y la otra obviamente para su hijo ávido de aventuras, propias de cualquier niñez. Esa misma tarde salían de su casa para ir al circo, antes de irse, el abuelo les volvió a refunfuñar que para qué gastaban el dinero en eso, que mejor le hubieran comprado al pequeño un par de zapatos de charol en la ciudad capital. Sin hacer caso al viejillo, madre e hijo salieron y se dirigieron directamente a la caravana.

Fue uno de los días más felices de la infancia de Manolete, entre risas, aplausos y gritos, había disfrutado como nadie el espectáculo. El acto del domador de león le había dejado sin habla, los trapecistas le habían dejado sin habla, pero el número que más cautivó su imaginación fue el de los changos amaestrados, simple y sencillamente le había fascinado.

Durante la función participó como voluntario en un acto de magia y después hizo que su madre le comprara un algodón de azúcar y palomitas acarameladas y al finalizar, fueron los últimos en salir, pues el niño no quería irse. – Ya se ha ido todo el mundo Manolete, nos tenemos que ir, dijo su madre con la esperanza de que por tanta excitación ese día durmiera como angelito y se dirigieron a la salida.

Al salir, pasaron por las jaulas donde estaban todos los animales, incluidos los monos, que captaron de inmediato la atención del Manolete. - ¡Ni se te ocurra acercarte! Ordenó su madre, pero el chiquillo se le arrebató de la mano y se dirigió corriendo para ver de cerca a los changos. - ¡Está bien, que los vea! Pensó la madre. En esos momentos ninguno de los empleados del circo circuncidaba, pues todos se encontraban contando las ganancias del show y preparando todo para el día siguiente; así que el niño pudo acercarse a la jaula de los monos sin ningún problema y con la cesta de palomitas en su mano.

Cuando se acercó a ellos, los changos ni se inmutaron, parecía que la presencia del niño no los perturbaba, seguramente porque estaban demasiado acostumbrados a la gente. Manolete hacía todo por tratar de llamar su atención, emitía sonidos chistosos, bailaba y brincaba, pero ningún mono se acercaba a él; hasta que se le ocurrió mostrarles la cesta de palomitas, sólo entonces los primates mostraron algún interés; aunque no demasiado pues acababan de alimentarlos.

Justo cuando la madre de Manolete venía por su hijo, repentinamente uno de los simios se acercó hasta el niño, y con un rápido movimiento sacó la mano de la jaula y tomó de los cabellos al pequeño, hasta meterle la cabeza entre los barrotes. En ese momento gritó y su madre corrió para tratar de zafarlo; justamente en ese instante el primate le mordió la oreja izquierda al chiquillo hasta arrancarle la mitad, un disparado chorro de sangre cayó al piso. Al escuchar el alboroto, el domador rápidamente acudió al lugar y ayudó a sacar la cabeza del niño de entre los barrotes. Acto seguido castigó al chango con su vara de madera, hasta que el animal escupió el pedazo de carne que le había arrancado al aterrado Manolete.

En la enfermería le cubrieron la herida con paños blancos, que rápidamente enrojecían empapados de sangre. Manolete no dejaba de llorar y su madre casi se desmaya de la impresión. Cuando el sangrado paró, llegó la hora de volver a casa. Al llegar, el abuelo los estaba esperando y tras abrazar a su nieto, con voz severa le dijo: “¡Lo ves, yo te lo advertí!” y ese día terminó con su infancia.