domingo, 30 de noviembre de 2008

Por algo es la reina del pop

50 años de edad y un cuerpo tan firme y duro como piedra que es la envidia de cualquiera de 20: Es la "reina del pop" y presencié el espectáculo que ofreció a los mexicanos el sábado 29 de noviembre. Se arrastra, brinca, baila, se abre de piernas, corre, se tira al suelo y canta... Todo esto acompañado de una súper producción como nunca había visto en un concierto. Bailarines, músicos, efectos especiales y luminosos.




La reina se dirigió a su público mexicano con algunas palabras en español e interactuó pidiéndole a alguien de la audiencia que pidiera una canción; la canción que le solicitan: Deeper and Deeper, pero no la trae preparada en el show, así que ofrece otra petición y resulta en Sorry, que cantó acapella.

Muy buen concierto, es lo que puedo decir y leer como reseña en todos lados.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Indagar

Este día no quiero ni pensar en lo que no logré ser porque no pude desafiar al pasado y vivir su realidad, para mal o para bien. Sólo por una ocasión no quiero complacer a lo que dicta mi ley e imaginar todas las cosas que no pude hacer porque no quise dar marcha atrás. Hoy busco desconocer las huellas que dejé; en las metáforas que aún me cuesta comprender... Entonces ¿por qué no retroceder? Indagar qué fue lo que falló y tratar de recuperar el tiempo que se perdió; cambiar la dirección por un momento. Sí, seguramente eso romperá las cadenas que me amarran a estos días. ¡Bienvenida la ficción!

lunes, 17 de noviembre de 2008

Cyber Circus

Artículo: Circo Moderno
Autor: Anónimo
Fuente: El Universal (Columnas) http://www.eluniversal.com.mx/columnas/70525.html

Los habrá, de menos, escuchado nombrar porque en este momento los reflectores de la fama posan su luz sobre ellos: Wendy Sulca, Coyoacán Joe, La Tigresa del Oriente, El Delfín. Nombres transformados en palabras calve con los que se puede ingresar en su espectáculo en privado y sin necesidad de boleto, en lugar de eso, lo único que se requiere es una computadora con acceso a YouTube. Mientras llevan a cabo su acto en video, el esperado efecto en el espectador ocurre: la risa y la burla reavivan los ánimos, pero estos personajes no son payasos ni han subido su intervención a la red con el propósito de hacernos reír, sino de mostrar su “arte” en el democrático escenario online que hace posible lo que les es negado de manera rotunda fuera de la virtualidad, y no sin falta de razones.

En la más franca ejemplificación del patetismo, sus videoclips muestran una calidad que pueden superar con creces los videos familiares de cualquier aficionado, bailan de forma ridícula, cantan con un desafine que podría desternillar los oídos más entrenados y no se amedrentan al interpretar letras cuya estructura resulta, si no noña, perversa (para muestra, Wendy Sulca, una niña de ocho años, inspirada por fomentar entre la población peruana los beneficios de la leche materna, termina cantando algo como: “…cada vez que la veo a mi mamita, me está provocando con su tetita”, increíble para un video cuyas intenciones son otras, pero cierto gracias a la ingenuidad; si no, entre a verlo).

Con semejantes muestras de “creatividad”, los protagonistas de los videos confiesan que fueron tan naíf como capaces de pagarle al estafador empresario que dijo “creer en su talento” y ponen de manifiesto que la candidez aspiracional (esa que hace creer a la gente lo que no es) suele pagarse con el escarnio público porque, ya se sabe, aquello que nos parece más hilarante es lo que alcanza el mayor grado de crueldad, y el ridículo lo es, especialmente cuando su protagonista cree seriamente que lo que hace no cabe dentro de esa definición y que su éxito se debe a su talento nato.

De forma similar al éxito que alcanzó Mondo Cane, aquella película sesentera de los italianos Gualtiero Jacopetti y Franco Prosperia que mostraba un sinfín de atrocidades en formato documental y fue objeto de un par de falsificaciones posteriores, YouTube se ha transformado en, probablemente, el documental canesco más grande que haya podido concebirse. Además, falsificado como sucedió con la cinta, pero dentro de sí mismo, pues YouTube alberga tanto las versiones originales como sus copias de manera simultánea, o nuevas versiones donde el protagonista es generalmente asesinado, dando lugar a una hilarante (porque el espectador no deja de reír) y todavía más atroz cadena de crueldades, pero que a diferencia de Mondo Cane, regularmente no mueve ni conciencias ni reflexiones y se queda sólo en la risa.

Al observar la múltiple oferta virtual de YouTube, lo increíble no es que la infamia (expuesta en carne propia por Sulca, Joe, La Tigresa, El Delfín, entre tantos otros) pueble el mundo, sino que el escarnio nos parezca una diversión inofensiva y que se haya transformado en lo que impulsa reiteradamente algo para que alcance el grado de celebridad cuando sus manifestaciones particulares se transforman en “lo que hay que ver”, so pena de perderse los éxitos del momento: aquellos que alcanzan la fama masificada gracias a su canal de transmisión, pero se agotan tan rápido en sí mismos que están condenados al olvido, como todo acto de celebridad instantánea, es decir, la fama como la concebimos actualmente.

Hoy, la oferta que se despliega en sitios como YouTube semeja el andar de la caravana ambulante, el circo moderno de los fenómenos que va de máquina en máquina, como se hacía antaño de pueblo en pueblo, mostrando su colección de seres fenómeno: el “hombre con senos”, como muchos han calificado a Coyoacán Joe, o “la niña rompe vidrios”, como se parodia a Wendy Sulca por su tono de voz durante un enfrentamiento con George Bush, a nosotros, como antaño, el circo fenómeno nos sigue atrayendo, quizá porque resulta terapéutico comprobar que siempre habrá otro que se encuentra en peores condiciones que yo, sin importar que por ello, se haya vuelto famoso.

Los caprichos de la fama
La predicción warholiana de que en el futuro todos tendríamos nuestros cinco minutos de fama ha terminado por ser pavorosamente cierta. La fama, lo sabemos, fue siempre de cascos ligeros, muy dada al escándalo e ingrata, pero de un tiempo para acá su conducta se ha vuelto del todo errática y ya no se sabe qué esperar de ella. Si no recuerdo mal, alguna vez tuvo glamour. Solía llegar tras años de empeños, como pago al talento, como gracia de los dioses o por accidente excepcional. Pero hoy, en la era de la internet, uno puede volverse famoso hasta por error de dedo.

Cuando supe, hace no mucho, que el video mexicano más visitado por los internautas era el de un escuincle ñoño que al cruzar un arroyo caía y decía la tremenda frase: “¡Ay, güey!”, perdí el piso: de golpe mi idea de la cultura dejó de tener cualquier sentido. El chamaco fue llevado a todos los programas de televisión y entrevistado en las revistas de chismes. Cada vez se le pedía que actuara el famoso resbalón y repitiera la frase paradigmática, y todos encantados con esa forma nueva de volverse famoso sin hacer ni poseer nada excepcional. La celebridad gris entronada en la cena de los caníbales.

“Algo ha de haber hecho mal, de otro modo no sería tan famoso”, decía Robert Louis Stevenson, el autor de la escalofriante Doctor Jekyll and Mister Hyde, una obra que se antoja como una metáfora de la fama: ese desdoblamiento de lo peor de cada uno de nosotros. La fama nueva no tiene explicaciones para las cuales tengamos categorías. Cada día nos sorprende con una manera totalmente inesperada de elegir a los suyos.
Los momentos de celebridad del tipo Récord Guiness han dejado de ser eficaces y ya parecen ridículos, y aunque el otro Olimpo, el de la televisión y los medios impresos sigue gozando de excelente salud, existe otra marquesina, cada vez más radiante, que se arma a capricho de los cibernautas.

La fama en la internet exige un abandono radical. No depende de la voluntad del suspirante, sino de esa masa inasible, amorfa, remota y a la vez ominosamente cierta que es la multitud virtual. No sabemos bien cómo piensa. Es un fenómeno nuevo, fascinante ahora, temible al minuto siguiente. Creativo hoy, mañana absolutamente banal.

Recientemente hemos visto cómo la internet ha sido usada por los “auténticos jóvenes rebeldes” para ir a apalear a los anodinos emos. Los ritos de iniciación de los adolescentes incluyen golpizas, violaciones y todo tipo de vejaciones que se suben a la red (o que se comparten por celular) para “disfrute” de todos. Los comentarios en YouTube son un muestrario desolador de sexismo, racismo, xenofobia y otros odios. Pero, extrañamente, la virulencia es parte de su éxito. Vean si no a El Niño Predicador, a Coyoacán Joe o a La Tigresa de Oriente. La masa se ceba y se satisface en odiar. Elige a los simples para untarlos de brea y plumas y apalearlos. Todo mundo se erige juez, se carcajea, se engolosina en esa brutalidad. Creer que es un carnaval de pobres e iletrados es ignorar el perfil promedio de los cibernautas y deducir que el odio sin rostro no alcanza a los ilustrados.

Pero es cierto que YouTube sigue siendo sobre todo un espacio de generosidad. Generosidad de subir a la red la música y las imágenes que uno ama, de compartir hallazgos, de multiplicar cultos. De hacer contacto con los otros que persiguen las mismas obsesiones.

domingo, 9 de noviembre de 2008

7 de noviembre: La noche de The Mars Volta


Un viaje psicodélico, ácido, progresivo, improvisado y lleno de energía. Así es como se describe el concierto ofrecido por The Mars Volta el pasado viernes 7 de noviembre en el salón Vive Cuervo, ahora administrado por Ocesa en la ciudad capital de la República Mexicana.
En cuanto The Mars Volta tomó el escenario, con la rola "Drunkship of Lanterns" (una de mis favoritas) hasta el fenomenal cierre con la improvisada y progresiva Goliath, la energía emitida por la banda nos arrazó como una ola marina a marea alta. Una infusión de salsa, punk, funk, y rock con guitarras, bajos, batería, sax y maracas junto con la hipnótica voz de Cedric.
The Mars Volta tiene señas de grandeza. Les recomiendo a todos que presencien lo que yo. Un bombardeo musical, lleno de energía, vibra, y música sin comparación.

lunes, 3 de noviembre de 2008

10,000 Días

Ésta es una fecha especial para mí, aunque para la mayor parte de la gente sea algo inadvertido o sin importancia: Exactamente hoy se cumplen 10,000 días desde que llegué a este mundo. Una cifra redonda y mucho más significativa que cumplir años (que son más fáciles de contar). Debo admitir que es un tiempo considerable y una época donde han ocurrido acontecimientos importantes que ahora son parte de la historia de toda la humanidad, como la desaparición en acto terrorista de las Torres Gemelas en Nueva York, la Guerra del Golfo, la crisis de estado en Argentina, la transición del Poder Ejecutivo mexicano a manos de un partido opositor, el nacimiento del Internet o la caída del muro de Berlín, entre otras.

Será que el día posterior a los 10,000 lo considere como el paso definitivo a la edad adulta o simplemente que ya me hago viejo; pero de cualquier manera me hacía una ilusión escribir esta efeméride.