lunes, 18 de agosto de 2008

Doce años después...

No sé si aún recuerdes aquel día en que lleno convicción entré a tu palacio y tomé un juramento; bien, pues hoy y precisamente doce años después me complace decir que lo he cumplido. No sé si finalmente haya tenido algún efecto, pues es difícil interpretar la serie de acontecimientos que se han venido desarrollando desde entonces y a veces pienso que lo olvidaste o que no te importa; pero tienes mi palabra que cumplí con mi parte.

Si bien es posible contabilizar algunas bendiciones y seguir regando un tallo fuerte y lleno de esperanzas, siempre y cuando se le engañe diciéndole que todo en el mundo está perfecto; no creo que sea suficiente como para renovar el contrato.

La tregua de los doce años ha terminado; fue un tratado de paz y supuso un receso pacífico en la guerra por llegar al final de la línea, aunque con un ataque en el ínter pero sin mayores consecuencias. Me gusta pensar en todo lo que ha pasado desde entonces y poder testificar la seguridad de los cambios, coleccionar nombres, interpretar rostros, aceptar pérdidas y aprender a vivir en paz mientras siga llevando registro en el diario de vida de un borrego.

No hay comentarios: