domingo, 7 de diciembre de 2008

Salir de las profundidades

Salir de las profundidades no es cuestión de un día; el proceso de encontrar la forma de hacerlo puede tardar años, tantos que a veces no alcanza la vida para ello. Tampoco es razón de aspirar, sino de perseverar, porque el fondo es tan profundo que ninguna luz alcanza a llegar hasta ahí y el frío te deja paralizado en el venenoso suelo, que si no ofreces resistencia alguna te enraizará a él; además la distancia es tan larga que probablemente te rindas a tan sólo la mitad del camino. El trayecto puede ser tan confuso y cruel que es capaz de matar y descomponer cuerpos en instantes; la jornada es tan incómoda y cansada que por su propia naturaleza desvanece casi toda energía hasta que empieza a aparecer el albor para alimentarla y finalmente lograr empezar a emerger.

La travesía no termina al salir porque ahora el reto es aferrarse a algo y no encontrar una razón para soltarse e irse quedando en la profundidad. Llorar es válido, dejar que las lágrimas sean ignoradas no lo es; tener una voz para suplicar es pasmoso, pero que no haya oídos atentos a escucharla es temerario.

1 comentario:

Gerardo Ruiz dijo...

Perseverancia es la clave, como dicen las abuelitas por mas que tarde siempre va a salir el sol.

No perder el objetivo y seguir hasta adelante, sin dejar que los impedimentos trunquen tu camino