
Aún no terminaban de hablar el abad y el hombre que se encontraba con él cuando divisaron a la extraña niña en la puerta, esta vez sus ojos lucían diferentes, parecían expresar una preocupación. Fue entonces que ambos escucharon un gran alboroto afuera de la iglesia. Cuando salieron encontraron la horrible escena de la guerra. El pueblo había sufrido un ataque sorpresa en busca de judíos y como advertencia al enemigo.
Los soldados no tuvieron piedad, incendiaron todo y exterminaron a todos. Su malicia los alejaba mucho de la raza humana, parecían poseídos. El abad fue una de las últimas personas en morir. Sólo Anita volvió a sobrevivir el fatal ataque, ni las balas, ni el fuego lograron drenar su vida; así que su destino sería nuevamente quedar vagando en el pueblo fantasma hasta que alguien la encontrara.
Lo que todos ignoraban es que la niña se había hecho inmortal cientos de años atrás al apoderarse de ella un espíritu de la tierra. Su familia había muerto hacía muchísimo tiempo y ahora se dedicaba sólo a vagar por los bosques bálticos. No se le puede considerar una niña pensando que ha vivido tanto tiempo y ha visto tantas cosas.
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